Coleccionar Arte Moderno
Decorar nuestros espacios con cuadros es una de las formas tradicionales por la que una persona se introduce en el coleccionismo de arte. Comenzamos buscando una obra que nos impacte para un espacio en concreto y terminamos comprando frecuentemente piezas que nos enamoran, nos hablan y nos invitan a formar parte de nuestra colección. Este debería ser el motivo de todo coleccionista: el amor por el arte.
Comenzando por las bases de alguien que compra para decorar, os decimos que no se trata sólo de una cuestión estética o de identidad. Además de todas las ventajas derivadas de la decoración con piezas únicas, existe la posibilidad latente de revalorización de la obra de arte.
El mercado del arte cambia cada día y nos sorprende con artistas nuevos e ingeniosos cuya obra se dispara a precios desorbitados. Cada joven talento es un diamante en bruto que se encuentra en el proceso de moldear y descubrir su marca en el mercado del arte contemporáneo.
Muchos vemos el mercado del arte como algo inaccesible, sólo disponible para personas con grandes ingresos, pero la realidad no es así. Para comprar arte original no necesitas manejar cifras estratosféricas, por unos precios muy asequibles puedes conseguir obras únicas y llenar tus espacios con ellas.
Es importante la intuición de cada uno y guiarnos por nuestro propio gusto. No significa comprar de espaldas al mercado, pero sí es importante que nuestras adquisiciones sean de nuestro gusto y tengan algo especial que nos permita vernos reflejadas en ellas. Al fin y al cabo, vamos a convivir mucho tiempo con esa pieza.
Una de las mayores colecciones de arte del mundo la atesoraron los esposos Herbert y Dorothy Vogel. Estamos hablando de una bibliotecaria y un modesto cartero quienes se dedicaron durante años a coleccionar arte contemporáneo a partir de los sesenta del siglo pasado, y aunque parezca imposible, llegaron a tener una de las colecciones privadas más importantes de Norteamérica, con alrededor de 4000 originales.
El cómo lograron esta proeza es más impresionante aún pues vivían y compraban arte con sus modestos salarios. Sucedió que los artistas a los que les compraron pasaron de ser jóvenes promesas a talentos reconocidos y cuando su colección fue lo suficientemente grande, donaron todas las obras a la National Galery, en Washington, donde actualmente se encuentran.
De esta historia podemos aprender dos cosas: la primera, que el arte no es una cuestión restringida a las grandes fortunas, pues siempre se puede acceder a él mediante artistas emergentes y jóvenes talentos. La segunda y no menos importante, es que la intuición también forma parte de la compra. La suma de ambas nos asegurará disponer de una verdadera colección cuyo valor futuro podría ser muy superior al actual.
¿Qué otros criterios tendrías en cuenta a la hora de coleccionar arte?
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